El portarse mal adolescente: ¿qué hay detrás?

A la abuela de Florencia, de 17 años, le faltan 4 pastillas de “valeriana” en su pastillero que estaba donde su nieta se encuentra durmiendo la siesta. La abuela trata de despertar a Florencia pero la nota muy somnolienta, se asusta, la lleva a la guardia de urgencia. Mientras estaban en la sala de espera, Florencia “recupera” plena conciencia, deja de estar tan “dormida”, y regresan a su domicilio. Florencia llora durante todo el viaje de regreso. Primero no le habla maltrata a su abuela, luego la maltrata y por último le cuenta que se había peleado con su mamá horas antes y ésta le habría dicho cosas horribles como “no sé para qué te tuve”.

  • Juliana de 17 años terminó de cursar 5to año. En la entrega de diplomas, sus padres (¿y ella?) se enteran que no recibiría en ese evento el título de finalización de estudios porque adeudaba una materia. Se produce un caos familiar por la “mentira” de Juliana que, sin embargo, le posibilita comenzar a compartir más tiempo con su padre, a quién sólo veía en forma muy esporádica, para estudiar dicha materia ya que él era experto en la misma.
  • Maximiliano de 15 años llega tarde a la escuela regularmente. Si bien lo retan su preceptor y sus docentes, no puede revertir su actitud. Entonces desde la escuela citan a la familia para conversar sobre la situación y le informan que Maxi llega tarde a pesar de salir a horario de su casa ya que espera a su novia en la parada del colectivo todas las mañanas y es ella quien “lo demora”. A partir de esto, Maximiliano puede mencionar a sus padres sus dificultades para decirle que “no” a los pedidos de su novia ya que teme que lo abandone si él no hace todo lo que ella quiere.

Muchos adolescentes inicialmente muestran su padecimiento a través de este tipo de acciones en las diferentes instituciones por las que transitan. Algunas son más riesgosas que otras para ellos. Esto lo hacen en lugar de expresar su angustia o malestar por la vía de la palabra.

En la Fundación Asistir recibimos cada vez más adolescentes que presentan esta característica. A través de la escucha por parte de un psicoanalista se logran revertir estas conductas y los adolescentes pueden empezar a hablar de lo que les pasa, de lo que les preocupa, de lo que los angustia, en el espacio que se les propone para ello, con un profesional que los comprende y los entiende sin juzgar sus actitudes, un adulto no familiar en quien pueden empezar a confiar. Esta escucha puede darse tanto en espacios grupales y/o en el consultorio en forma individual. La propuesta es hacer un lugar, brindar un espacio, ofrecerlo, para que el adolescente que tal vez no la está pasando tan bien, pueda expresar su malestar por la vía de la palabra en un lugar destinado para tal fin, con un profesional que sabe qué hacer con eso, en vez de actuar desmedidamente en cualquier ámbito.

Por lo tanto, la próxima vez que se crucen con adolescentes que “se portan mal” en la escuela, en el club o en otra institución, piensen que algo le está pasando a ese sujeto y que ese fue el modo que encontró para expresar su sufrimiento. Tal vez quiera hablar con los adultos que ya conoce si se lo convoca al diálogo y se le pregunta al respecto, pero tal vez no quiera hablar con quienes ya conoce y siempre es una buena opción ofrecerle un espacio neutral, de tratamiento psicológico, individual o grupal, donde pueda empezar a expresar de otro modo su padecer.

 

Nazarena Suárez

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